Translate

Isis Estrada presenta el libro: El Dramaturgista y la Deconstrucción en la Danza, del maestro Álvaro Fuentes Medrano.

Por: Isis Estrada.

Se habla tanto de la libertad de expresión, se defiende tanto el derecho a decir. Vivimos en un mundo globalizado en el que cada quien emite una opinión que en cuestión de segundos puede llegar a todos los rincones del planeta, gracias a la tecnología cibernética. Quien quiere gritar, grita; quien quiere musitar, murmura; quien quiere exponer, expone. En apariencia, ya nadie se queda callado ni nadie lo calla. Pero no es cierto. Existe alguien, alguien que por lo regular, guarda silencio la mayor parte del tiempo. Alguien quien a lo largo de la historia se le ha intentado esconder, taimar, ocultar… reprimir. Si se descubre, se le toma como algo malo, pecaminoso, digno de los más infernales castigos. Le hemos silenciado tanto, que busca formas diversas de expresarse, porque es imposible no hacerle caso. Se convierte en llanto inexplicable, en risa incontrolable, hasta en dolencia, hasta en muerte.

Me refiero al cuerpo. Lo tapamos con tela, muchas veces no por frio, sino porque le hemos añadido al concepto “cuerpo” connotaciones impúdicas. Ignoramos sus necesidades cuando tiene hambre, cuando tiene estrés, cuando va más allá de sus capacidades. Nosotros somos el cuerpo, y el cuerpo somos nosotros, y nos ignoramos de manera cruel y estúpida. El cuerpo lleva nuestra historia humana, de hecho, lleva en si tantas historias sin narrarse, que bien valdría la pena un buen día sentarse solamente a escuchar lo que nos tiene que decir.

Nos contaría del instante de nuestro nacimiento, de la extraña mezcla de dolor y del deseo de vivir, de la sensación viscosa al salir del cuerpo materno, del primer golpe de luz, del llanto y del miedo por ese primer contacto con lo desconocido. Nos hablaría del primer vínculo con la madre, de esa sensación de retornar al origen, de la temperatura de su pecho, de lo dulce de su leche. Nos recordaría las impresiones al dar los primeros pasos, nos hablaría del estremecimiento de la primera caricia, del deleite del orgasmo. Pero nos hablaría también de la ira, de esa ira animal que nos estremece como el árbol del huracán. Historias de abandono, de exceso, de autocomplacencia. Historias de angustia, de risa… hasta de paz. ¿Cuánto nos contaría nuestro cuerpo, pero hacemos como que no existe, o eso queremos pensar? Lo amordazamos, cerramos los ojos, y nos largamos a vivir, pero nuestro cuerpo va aferrado a nosotros, en silencio, por donde quiera que vayamos.

Muchos coreógrafos cometen el error de irse con la finta, y ver al cuerpo únicamente como aquello que se mueve. El ente danzante. Pero el cuerpo también es la herida que nos acuchilló, la piedra que nos trituró, la carcoma que nos enfermó. Se les olvida que el cuerpo también es la palabra, es el murmullo y el grito. El silencio. Se les olvida que el cuerpo es también la mente y la locura, la búsqueda de realidades, es el sueño, y la desesperación. El cuerpo también es cognición, esas múltiples inteligencias que abren los caminos del entendimiento hacia sendas antes no exploradas. El cuerpo es el archivo de nuestra experiencia humana, un archivo complejo con sus historias guardadas, listas para ser contadas.

Por eso la importancia del presente libro: El Dramaturgista y la Deconstrucción en la Danza, escrito a toda consciencia y con un alto dominio de lo que representa el arte escénico como discurso, por el maestro Álvaro Fuentes Medrano. Él nos proporciona la recomendación y las maneras de cómo utilizar plenamente los recursos teatrales para la creación de obras de arte, donde el lenguaje del cuerpo sea la materia prima. Nos brinda antecedentes históricos, para no pretender descubrir el hilo negro, y luego nos conduce al proceso de conceptualización y creación del producto escénico. Forma, tiempo, ritmo, dinámica, espacio, -como una danza, efectivamente- danzando va uno explorando el libro, de la mano de un discurso claro, útil, y sobre todo: inspirador. Fuentes Medrano también nos recuerda la parafernalia teatral de la cual los artistas del cuerpo deberían ser expertos también: a saber, escenografía, sonido, vestuario, maquillaje, iluminación, multimedia, etc. Porque artista del cuerpo no debería ser quien no “sabe bailar”, sino quien maneja los recursos teatrales de forma magistral. Deconstruir de manera quirúrgica y precisa, porque ahí está el cuerpo en espera de ser explorado y expresado. Dudo que algún coreógrafo termine de leer este libro sin sentir el impulso de levantarse de su asiento y ponerse ya a componer.

Invito pues, a todo artista interesado en la creación a partir de lo corporal, a conocer este completísimo texto, a sumergirse en él, y concluyo mi participación citando al maestro Fuentes Medrano:


“¿Cuál es el sentido de la dramaturgia del cuerpo? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia de la imagen? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia de la vida? ¿Cuál es el sentido de la dramaturgia del espíritu para fortalecer el camino de la creación? Deconstruir es la clave."

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El libro

El libro